¿Cuál fue esa visión que, siendo una adolescente, construiste para tomar la iniciativa de migrar?
Mi migración a Francia no fue algo que decidí por mí misma; fueron las circunstancias de la vida y el trabajo de mi madre en la hotelería lo que nos trajo aquí. Sin embargo, a pesar de no ser una decisión propia, tomé la llegada a Francia como una oportunidad para crecer y para construirme una vida en un nuevo contexto. La visión que me planteé en ese momento fue la de adaptarme rápidamente, aprender el idioma y conocer esta nueva cultura. Mi objetivo era integrarme lo antes posible para poder ser feliz y tener un sentido de pertenencia. Decidí que aprendería el francés en tres meses, y para lograrlo me sumergí en el idioma: veía programas de televisión, leía solo artículos en francés, hablaba con mis compañeros y absorbía todo lo que podía de esta nueva vida. Para mí, adaptarme era sinónimo de éxito, y el poder lograrlo fue el primer paso de muchos.
¿Cuál ha sido tu mayor logro hoy, 10 años después?
Mi mayor logro hoy a mis 25 años de edad, es poder vivir de mi pasión, la actuación y el canto, en una ciudad tan desafiante y competitiva como París. Llegué a Francia siendo adolescente, sin hablar el idioma y sin conocer el sistema cultural o educativo. Diez años después, he logrado convertirme en una artista independiente, con proyectos que me apasionan y que son reconocidos. Actualmente estoy en la búsqueda de una agencia artística que pueda representarme, pero por ahora me enorgullece decir qué he logrado participar en obras de teatro y en películas, gracias a mis esfuerzos. Además, la estabilidad que me ofrece el sistema de “Intermittent du spectacle” me ha permitido dedicarme de lleno a mi carrera, y estoy orgullosa de poder decir que vivo de mi arte en una de las capitales culturales más importantes del mundo.
Stephanie Stuart, eres un caso de ÉXITO. ¿Cuáles son los desafíos con los que se encuentra la población migrante al emprender aquí en París, y particularmente las mujeres?
Los desafíos para la población migrante en París son múltiples, y en especial para las mujeres. El idioma es uno de los mayores obstáculos; para tener éxito aquí, dominar el francés es esencial, y muchas personas llegan sin conocimiento del idioma, lo que dificulta el acceso a oportunidades y el proceso de adaptación. Uno se puede sentir muy solo, si no logra adaptarse y tener conversaciones con sus compañeros de trabajo, escuela, etc. También está la diferencia cultural: en Francia, las personas suelen ser más reservadas, y para una mujer latina, que tiende a ser más expresiva, puede ser difícil encontrar su lugar en un contexto más pragmático y menos espontáneo.
Además, existen desafíos específicos para nosotras las mujeres, en especial en cuanto a prejuicios y estereotipos. Las mujeres latinas a menudo enfrentamos ideas preconcebidas sobre nuestra imagen o personalidad. Yo, como actriz y cantante, he trabajado con disciplina para demostrar que tengo mucho más que ofrecer y que mi talento es lo que me define. Esto ha implicado esfuerzo, ya que he tenido que ganar respeto y confianza para cambiar esa
percepción. Pero considero que cada día puedo dar un paso hacia una imagen más positiva y auténtica de la mujer latina en Europa.
¿Qué ayudas encontraste como migrante aquí en París?
En Francia, existen sistemas de apoyo que pueden ser de gran ayuda para los migrantes. Personalmente, el estatus “Intermittent du spectacle” ha sido fundamental en mi carrera. Este sistema permite a los artistas recibir un sueldo fijo a través de France Travail Spectacle mientras trabajamos en proyectos creativos, lo cual nos da estabilidad y libertad para dedicarnos de lleno a nuestra vocación artística. También he encontrado programas de integración para migrantes y acceso a cursos de francés, que son un gran recurso para quienes llegan sin dominar el idioma.
¿Alguna vez has sentido discriminación?
Honestamente no mucho, pero en ocasiones sí he sentido una cierta discriminación, tanto por ser migrante como por ser mujer latina. Como artista, he notado que algunas personas tienden a juzgarme según estereotipos. Se tiene una creencia errónea sobre las mujeres colombianas, y he tenido que enfrentar ciertos comentarios o actitudes que minimizan mis capacidades por este tipo de estereotipos.
Desafortunadamente, aún existe una imagen hipersexualizada y prejuiciosa de colombiana en el extranjero, y eso afecta mucho a las mujeres jóvenes. A menudo, me proponen papeles poco importantes de « latina sexy » o « fiestera », sin tomar en cuenta mis capacidades musicales, teatrales e incluso mis estudios en idiomas. Sin embargo, cada experiencia de este tipo me ha motivado a mostrar con aún más fuerza quién soy realmente y qué puedo ofrecer, y me ha hecho más perseverante en mi deseo de representar a las mujeres latinoamericanas con dignidad y orgullo.
¿Cómo consideras que el arte y lo que desarrollas en tu profesión como actriz, cantante, letrista y en el teatro contribuye a la igualdad y la justicia social en el mundo?
Creo profundamente que el arte es una herramienta poderosa para generar conciencia y transformación social. A través de mi trabajo como actriz, cantante y letrista, tengo la posibilidad de compartir historias, perspectivas y emociones que no solo entretienen, sino que también inspiran y sensibilizan. Cuando interpreto un papel o escribo una canción, tengo la oportunidad de abordar temas que afectan a la sociedad, desde la identidad y los derechos de las mujeres hasta los desafíos de la migración y el respeto por las culturas.
En particular, cómo mujer latina en Europa, tengo la responsabilidad y el privilegio de desafiar estereotipos y mostrar una imagen auténtica y diversa de la mujer colombiana. A través de mi arte, trato de representar la realidad y la complejidad de nuestra cultura, y esto contribuye a cambiar las percepciones y a romper con los prejuicios. Creo que cada vez que una historia se cuenta desde la honestidad y la empatía, estamos promoviendo un mundo más igualitario, donde se valora a las personas por quienes son realmente.
Además, el teatro y la música son espacios que fomentan la empatía: cuando el público se conecta con una obra o una canción, se crea un momento en el que las barreras y diferencias sociales se difuminan. Mi objetivo es que cada proyecto que realizo ayude a generar ese espacio de reflexión y diálogo, y que inspire a otros a ver la diversidad cultural como una riqueza y no como una barrera. A través de estos pequeños actos, el arte se convierte en una fuerza que impulsa la igualdad y la justicia en el mundo.
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