Una vez rotas, somos indestructibles

En una ocasión emprendí un largo viaje, la verdad es que no sabía que llevarme conmigo, tenía tantas cosas y todo me parecía necesario. Embalé todo en cajas y las fui metiendo en el barco, llevaba tanto que apenas tenía espacio para mí.

Emprendí el viaje sola, estuve mucho tiempo pensando, cómo había vivido hasta ahora, qué cosas había realizado, qué obstáculos había encontrado, qué cualidades o talentos tenía. Y empecé a pensar cómo quería vivir los años que me quedaban por delante. Recordé un Poema de Mario Andrade, llamado “Mi alma tiene prisa” y me sentí muy identificada con sus palabras, ya que me hacían reflexionar sobre cómo quería que fuera mis años, en los años que me quedaban de vida.

Aunque el mayor tiempo estaba sola, encontraba barcos y marineros o pescadores, que hacían mi viaje más agradable, les preguntaba por el destino, dónde podría encontrar las cosas más bonitas o las personas más bellas, pero a pesar de las indicaciones, siempre terminaba a la deriva, pues nadie parecería entender qué buscaba realmente. Fue entonces cuando comprendí que tal vez las respuestas que buscaba, estaban en mi interior, así que decidí, deshacerme de parte del equipaje, ya que las cajas me impedían el movimiento, empecé a sentirme más ligera, más libre.

Hay mucha soledad en el océano, así que cualquier criatura resulta bienvenida. De noche, en la oscuridad, con el brillo de la luna o de las estrellas, escuchas música, se oyen cantos, cantos de sirena, esas hermosas sirenas. Hermosas palabras que te dicen lo que tú necesitas escuchar, sobretodo en las frías noches de invierno. Pero las sirenas, nos engañan, nos dirigen hacia la oscuridad, nos apartan de nuestra esencia como ser humano, nos hacen temblar de miedo. Con el tiempo aprendes a identificarlas y te alejas de todo lo que te separa de ti mismo, de tu bienestar. Y de nuevo tiras parte de la carga, cada vez van quedando menos cajas en el barco, pesa menos la carga.

Cuando estás solo aprendes a vivir, arriesgas, tomas decisiones, aunque algunas sean difíciles o equivocadas y descubres qué alimentos son buenos, cuál es el mejor pescado y en qué momento  con qué medios lo puedes pescar.

Clarisas Pínkola en su libro “Mujeres que corren con lobos”, le llama “alimentos para el alma”, son todas aquellas cosas que nos hacen sentir bien, leer, escribir, pintar, escuchar música, cantar, bailar, reír, correr, saltar, volar. Lo primero a lo que renunciamos es a las cosas que nos hacen sentirnos bien, nos hacen sentir felices, pensamos que no tenemos tiempo, o que lo perdemos si nos dedicamos a hacer algo que no son una obligación. Qué es ser egoísta invertir el tiempo en uno mismo.

En el mar encuentras el silencio y aprendes a vivir con él, te sumerges en las aguas tranquilas y encuentras belleza en el interior, todo tiene su espacio y orden. En el silencio, encontramos calma, es un momento de dar amor, de paz interior, de descubrir y conectar con nuestra esencia como ser humano, de mantener conversaciones sanas con mi “yo”. Hay tanto amor en el interior, tanta luz y belleza, que con las marejadas o tempestades, con el ruido externo de los motores de las embarcaciones, no somos capaces de escuchar. El silencio es el lugar de encuentro con uno mismo.

No importa el oleaje, pues al bucear las aguas están en calma, existe un nuevo mundo tan maravilloso como el exterior, tan rico como todo lo demás, pero cuando buceas sólo escuchas tu respiración, las decisiones son tuyas y encuentras las repuestas a las preguntas, que, con el ruido, ni siquiera sabías que estaban allí.

Las conversaciones contigo contribuyen a ser mejor persona, a tener la mejor versión de uno mismo.

Y sigues tu viaje y te das cuenta que ya no tienes cajas, te has desecho de todo lo que no es importante y sientes por primera vez la libertad, es ese momento, en el que te das cuenta que no necesitas a nadie.

Sólo te queda una caja, pero esa caja es importante para ti, se queda contigo, esa caja es el amor propio, aquel que tú recibes de ti mismo, sin buscar llenar el vacío de nuestra soledad de fuera a dentro, si no desde la independencia de saber, que siempre hemos estado solos, que hemos aprendido muchas cosas a lo largo de la vida, nos hemos equivocado, hemos tomado decisiones complicadas, hemos tenido hijos, hemos sido buenos trabajadores, profesionales, hermanos, hijos, mujeres o maridos. Nos hemos encargado de las casas, de los amigos, de todo lo que nos rodea. Y la mayoría de las cosas las hemos hecho solos. La caja del amor se queda siempre contigo, es el único equipaje que debes de llevar a cualquier viaje.

Te has caído mil veces, mil y una te has levantado, has visto temblar el suelo debajo de tus pies, has sentido miedo y oscuridad, has creído que no eras capaz de enfrentarte a la vida, que no podrías soportar determinadas relaciones, pero de las caídas más duras, más fuerte te levantas, todo en la vida es un aprendizaje, un camino hacia el entendimiento de que pase lo que pase, tu alma es indestructible.