En medio de los titulares globales, entre la retórica política y las estrategias diplomáticas, hay una revolución silenciosa en marcha: la ascensión de las mujeres al poder en la política internacional; este fenómeno, lejos de ser una tendencia, representa un cambio fundamental en el panorama político actual.
Durante demasiado tiempo, las mujeres han sido relegadas a roles secundarios en la esfera política, pero ahora están emergiendo como líderes destacadas en la esfera internacional. Desde la diplomacia hasta la toma de decisiones globales, las mujeres están demostrando una capacidad sobresaliente para abordar los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo con ingenio, audacia y determinación.
Tomemos por ejemplo a la excanciller alemana Angela Merkel, cuya firmeza y liderazgo durante la crisis financiera de 2008, las amenazas de disolución de la Unión Europea y la pandemia de COVID-19 la convirtieron en una figura emblemática de la estabilidad y la eficacia política hasta el punto de consolidarse como una de las líderes más destacadas en Europa; o consideremos a Jacinda Ardern, ex primera ministra de Nueva Zelanda, cuyo enfoque empático y decisivo durante la crisis de Christchurch ha sido ampliamente elogiado en todo el mundo, además de ser una de las figuras políticas que con voz propia decidió renunciar aún cuando los autócratas se afirmaban cada vez más a sus cargos.
Como dijo Malala Yousafzai: «Cuando el mundo está en silencio, incluso una sola voz se vuelve poderosa».
Y son las voces de aquellas mujeres las que hoy resuenan y trascienden con un legado duradero.
Estas mujeres no se conforman con seguir las reglas del juego establecido; están redefiniendo las reglas mismas. Con coraje y determinación, desafían las normas de género, desmantelan los sistemas de opresión y construyen puentes en donde solo había división.
Pero estas no son simplemente historias aisladas de éxito individual; son manifestaciones de un cambio más amplio. A medida que más mujeres asumen roles de liderazgo en la política internacional, estamos presenciando una transformación en la cultura política misma. Se están cuestionando las estructuras de poder patriarcales arraigadas y se están creando espacios para voces antes marginadas.
Sin embargo, este progreso está lejos de ser completo. Las mujeres en la política internacional siguen enfrentando obstáculos significativos. A pesar de los avances en la participación política de las mujeres a nivel internacional, persisten desafíos que limitan su acceso al poder y su influencia en la toma de decisiones. Estos obstáculos incluyen la discriminación de género, la falta de apoyo institucional y las barreras culturales.
Numerosas mujeres líderes han enfrentado el sesgo de género a lo largo de sus carreras políticas. Por ejemplo, Hillary Clinton tal como lo señaló a BBC Mundo Kim Ghattas, corresponsal de la BBC en la campaña presidencial de Clinton. “Hay un entendimiento bastante amplio de que ella ha tenido que hacer frente a actitudes sexistas durante toda su vida y eso continúa en la actualidad”, y resaltando lo anterior es una realidad que aún con los desaciertos y aciertos de su carrera política, durante su candidatura presidencial en 2016, fue objeto de críticas y ataques basados en su género, lo que representó la persistencia de estereotipos sexistas en la política. Además, mujeres como Michelle Bachelet, expresidenta de Chile y la primera encargada de ONU Mujeres, han tenido que superar desafíos significativos debido a la desigualdad de género en el ámbito político.
Las estadísticas también reflejan esta disparidad de género. Según el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA), «a principios de 2021 solo el 25,5% de los miembros del parlamento a nivel mundial eran mujeres. A finales de año, ese porcentaje apenas había variado, situándose en el 26,1%, tras registrar una subida mínima». Este no es el único dato; el mapa de mujeres en la política 2023, en alianza con ONU Mujeres y la Unión Interparlamentaria (UIP), señala que «las mujeres son Jefas de Estado y/o de Gobierno en solo 31 países. Las mujeres representan el 26,5% de los escaños parlamentarios. A nivel global, menos de un ministro de cada cuatro es mujer, 22,8%». Así es como esta brecha de género en la representación política subraya la necesidad de abordar las barreras estructurales que impiden el acceso equitativo de las mujeres al poder.
Además, las mujeres políticas a menudo enfrentan dificultades para acceder a recursos y financiamiento para sus campañas. Según la CIM/OEA en un informe de 2023, «la inequidad en el acceso de las mujeres al financiamiento electoral y la necesidad de que los estados dispongan medidas de acción afirmativa para asegurar el acceso equitativo de las mujeres a los recursos públicos cada vez es más latente», lo que limita su capacidad para competir en igualdad de condiciones en el ámbito político.
En mi opinión, a pesar de estos desafíos, las mujeres continúan demostrando su capacidad para liderar y efectuar cambios significativos en la política internacional. Por ejemplo, Ellen Johnson Sirleaf, expresidenta de Liberia de 2006 a 2018, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz por su liderazgo en la reconstrucción del país después de años de guerra civil. Es momento de que las mujeres sigamos levantando nuestras voces y continuando con esta revolución silenciosa donde más mariposas podamos hacer un cambio real en nuestras naciones.
Para finalizar, es fundamental abordar estos desafíos sistémicos y promover políticas que fomenten la inclusión y el empoderamiento de las mujeres en todos los niveles de gobierno y toma de decisiones. Esto incluye la implementación de medidas para combatir la discriminación de género, promover la representación equitativa de las mujeres en los cargos políticos y garantizar el acceso igualitario a recursos y financiamiento para las campañas políticas de las mujeres.
Columnista : Valentina Bolaños (PolitcWoman)
Activista política, emprendedora y speaker