¿Qué la motivó a ser candidata constituyente en representación de los pueblos originarios?
Yo era académica de la Universidad Santiago de Chile, pero al mismo tiempo coordinaba una red por los derechos educativos lingüísticos de los pueblos originarios. Desde esa red nos planteamos postular a la Convención Constitucional. Primero, pensamos en organizar un congreso de lenguas indígenas y no se alcanzó debido al estallido social, sin embargo, realizamos un encuentro para decidir cómo se tendrían que constitucionalizar los derechos lingüísticos.
Luego, vino la pandemia, y encontramos que la forma de instalarnos dentro del debate constituyente era en defensa de la vocería plurinacional. Dentro de esta vocería se estableció un acuerdo dentro del colectivo en el que yo tenía las condiciones para ser constituyente, entonces asumí el reto y nos postulamos; buscamos el apoyo de organizaciones de diferentes lugares de Chile y con esas organizaciones logramos las firmas para instalar la candidatura.
Como presidenta de la Convención Constitucional, ¿cómo afronta la tarea de liderar el órgano paritario que redactará la nueva Constitución de Chile?
Son múltiples los desafíos, y las estrategias para abordarlo son las que nos hemos planteado aquí, como Convención Constitucional. Una de las estrategias fue ampliar la mesa directiva con representación de todos los sectores políticos, lo que permite coordinarse con todas las fuerzas políticas de la convención.
Otro desafío tiene que ver con fijar normas para garantizar el derecho de participación de todos los convencionales en igualdad de condiciones, bajo los términos de paridad, plurinacionalidad, diversidad sexual, diversidad política. Incluso, la toma de palabra se articula de esa manera, no se puede dar a un sólo sector, sino que tiene que ser horizontal, para que tengan espacio las voces de los diferentes actores.
Yo creo que una estrategia importante ha sido ejercer un liderazgo horizontal sin un suprapoder sobre el resto, garantizando siempre los derechos y también el sentido de dignidad de todos nosotros. Siempre estamos defendiendo la condición humana, entonces es un reto porque no todos los convencionales pensamos y entendemos los procesos de la misma manera.
¿Qué significa para la democracia el hecho de contar con una asamblea constituyente paritaria liderada por una mujer indígena?
La democracia no se trata de quién tiene más fuerza. La democracia que queremos construir acá es incorporar la participación, el trabajo y las voces de todos los sectores. Aquí somos minoría. Estos sectores se ponen de acuerdo para definir las ideas, la votación, pero no hay una mayoría que está dominando las minorías. Ese concepto de democracia que plantea que la mayoría domina a la minoría no es funcional acá. Lo que es más funcional es el acuerdo entre las diferentes partes.
¿Cómo se vincula con los feminismos, como un movimiento que incide directamente en la construcción constitucional actual?
Yo me reconozco a mí misma como mujer mapuche y mi manera femenina de vivir y de pensar viene de la filosofía mapuche, de nuestras madres, abuelas y antepasadas. Como mujeres mapuches incorporamos la feminidad de la naturaleza. Ser femenino en la cultura mapuche también significa defenderla. El movimiento feminista más político que está contra el colonialismo y el patriarcado en el estallido social dialogó con los movimientos indígenas; ese movimiento indígena entiende que hay que defender la naturaleza, la salud alimentaria, los bienes comunes.
El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena ¿Cuál es la importancia de promover la participación de las mujeres indígenas en Chile y América Latina, tanto a nivel político como en otros ámbitos?
La mujer indígena siempre ha participado de las decisiones de su pueblo. Si la mujer no hubiera estado en los procesos políticos, nuestros pueblos ya hubieran desaparecido. El problema está en el patriarcado y el colonialismo; incluso los cronistas solo registraron los nombres de los hombres. Las mujeres participantes de los procesos políticos históricos se perdieron en el anonimato.
El futuro debe tener la fuerza de las mujeres indígenas a todo nivel político, cultural, social y económico. Para ello es necesario reconocer y respetar las tradiciones de cada pueblo, desde cómo se cultiva la tierra y se preparan los alimentos hasta la práctica de la medicina natural, todos saberes que ejercen las mujeres y que ellas mismas se encargan de traspasar a las futuras generaciones.
¿Qué les aconsejaría a las mujeres jóvenes que quieran seguir sus pasos?
Es harto decir que puedo ser el ejemplo de las mujeres jóvenes. Es como verme a mí también cuando era joven. Cuando lo fui, creía en la lucha de los pueblos, en la lucha que llevaban mis padres, mis abuelas, en la organización y me comprometí desde muy joven en asumir labores concretas.
Siempre fui muy crítica de los sistemas coloniales. En mi comunidad teníamos la historia de que las mujeres no iban a la escuela. Hubo mucho embarazo adolescente y yo, desde muy pequeña, asumí que no quería ser una adolescente embarazada.
Recibí los consejos de mis padres, quienes me empoderaron para estudiar. Valoré esto de aprender, pero al mismo tiempo de recuperar nuestra historia. Toda la vida estuve haciendo el trabajo de recuperación de la memoria y me fui empoderando a partir del mundo mapuche con esos saberes y manejando la exigencia de la escolarización, y con eso terminé siendo una persona profesional, pero con una postura crítica sobre la educación, frente a la lengua y al colonialismo.
Eso es lo que me ha dado fuerza y me ha convertido en una persona que propositivamente se instala en la sociedad a decir “mira, esto es aporte indígena y al mismo nivel que nos pone la sociedad occidental”.
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